Jueves 21 de diciembre de 2006
Carmina Burana
Director de Extensión Unap.
En una reciente tarde de primavera, apostado en el corazón de nuestra tradicional Plaza de Armas, un impresionante conjunto de cantantes y músicos universitarios revivieron el sentido y alma del Oratorio de Carl Orff, Carmina Burana. Efectivamente, una centena de artistas pertenecientes al Coro Dusan Teodorovic, Coro de Voces Blancas y a la Orquesta Clásica de la UNAP, dirigido por el profesor Carlos Morales Escobar, lograron estremecer hasta en lo más intimo a grandes y niños, a especialistas y legos, a muchísimas personas que asombradas escucharon la interpretación de una de las obras más renombradas de todos los tiempos.Sin duda, la elección de esta obra por parte de Morales fue acertadísima, porque es una composición que está realizada magistralmente para magnetizar desde un comienzo al público. No se requiere conocimientos técnicos musicales para dejarse cautivar por la pieza. Además, cuenta con los mecanismos exactos para provocar diversos estados anímicos y emotivos. Y si tenemos algún conocimiento sobre su origen y significado, con mayor razón disfrutamos de su argumento.Carmina Burana, está llena de espectacularidades y de un inmenso halo de misterio que incrementa la atracción, naturalmente se debe a su contenido medieval; lo cual induce al público a asociar la obra en función de la magia, la aventura y lo enigmático. Precisamente, la espectacularidad y el misterio, sumados a la sencillez de los elementos en su estructura, son los elementos por los que se ha colocado a Carmina Burana en el más alto sitial de la música clásica contemporánea.Si bien es cierto, la obra en sí tiene su propia valía, sin embargo, ésta no tendría vida artística sino cuenta con la intervención de sensibles interpretes. En este caso, favorablemente, se da el difícil binomio entre una brillante creación y un profesional elenco. Este es un mérito exclusivo del director general, el que logra amalgamar con maestría las voces de niños, adultos, con el apoyo de una orquesta consolidada en un exigente proceso de interpretación.Examinando la historia de Carmina Burana, nos encontramos con que los autores de los textos sobre los que Orff compuso la obra se llamaron a sí mismos Goliardos (siglos XII y XIII), los que desertaron a los estudios religiosos para convertirse en clérigos mundanos. La causa de su evasión se presume fue a consecuencia de las reiteradas decepciones sufridas al notar las corrupciones de la Iglesia Católica o porque no fueron capaces de soportar las tentaciones terrenales. Las constantes persecuciones emprendidas en su contra los llevaron a asociarse con los juglares, saltimbanquis, facinerosos, artesanos y artistas populares. Todos ellos se encargaban a través de su arte a desenmascarar, con ironía y sátira, a los poderes del clero y la nobleza. Razón por la cual los llevó a ser violentamente marginados en la Edad Media por las clases dominantes.Por ello, doble valoración le asignamos a esta producción universitaria, porque aparte de la elevada calidad estética expresada, hay que sumar un trabajo de investigación serio, que pone en relieve una obra de envergadura que sintetiza el espíritu medieval, a través de sus ritmos pegadizos y tonalidades fáciles, de la mano de un mensaje crítico y revelador para su época.Con la misma tersura cíclica que tiene la composición, dada básicamente por la pieza "Fortuna Imperatrix Mundi"(usada como introducción y conclusión); los artistas universitarios replican también su aplicado cometido, elevándose claramente por la senda de la madurez musical. Haciéndome eco de muchos espectadores que se deleitaron con este apasionado montaje, quiero reconocer espontáneamente la generosa contribución entregada por estos artistas al desarrollo del arte musical regional.
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